miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ser o no ser Arqutecto





¿Por qué ser arquitecto?

Dinero y estilo de vida
La mayoría de las personas ejercen una carrera o profesión para ganarse la vida, entre otras cosas, y para mejorar sus ingresos potenciales. Pero los ingresos de os profesionales pueden variar de manera drástica, en especial en el campo de la arquitectura.
Debido a que al arquitecto suele asociársele con personas y circunstancias que reflejan estilos de vida suntuosos, el público asume que los arquitectos son profesionistas bien acomodados, acaudalados, de grandes ingresos. Algunos lo son. La mayoría no.
Los arquitectos empiezan su carrera como asalariados cobrando un sueldo por hora, mes o año que refleja las condiciones imperantes en el mercado. Después de tres años de experiencia y práctica adicional, pueden convertirse en dueños asociados o principales de despachos, en sociedad con otros o como propietario único.
Los arquitectos que obtienes  grandes ingresos pueden vivir muy bien. Por lo general, viven en atractivas casas decoradas y amuebladas a la moda, realizan viajes a lugares exóticos, entre otras cosas, todo esto cuesta dinero del que la mayoría de los asalariados carece. No obstante gran parte de los arquitectos menos acaudalados, sus  estilos de vida pueden ser más precarios, pero también pueden disfrutar de una flexibilidad y libertad que no se conoce cuando se persigue el éxito económico.


Posición social
La posición social es otra de las razones por las que uno podría elegir la arquitectura como carrera. La sociedad asume que los arquitectos son instruidos, y que poseen tanto sensibilidad artística como pericia técnica. La sociedad no sabe a ciencia cierta la manera en que trabajan los arquitectos, pero sabe que con frecuencia crean diseños monumentales para clientes monumentales. Como resultado, los arquitectos pueden ser objeto de respeto y admiración por parte de los miembros de un sistema social.
Es motivo de satisfacción y estimulante para el ego ser respetado, ser invitado a lugares y visto con gente que uno admira, o ser elogiado por nuestros colegas cuya opinión nos importa tanto. Como profesionistas, personas de las artes o personas de los negocios o del gobierno.
   
Fama
La fama puede llegar sin riqueza, y en la arquitectura suele ser así. Lograr el reconocimiento publico, si no la celebridad, pueden ser un fin en si mismo por encima de todos los demás.
Para ser famoso por lo general se requiere que un individuo haga algo excepcional y que otros lo vean, juzguen y, lo mas importante, que lo informen a un auditorio receptivo e interesado, de preferencia a una escala nacional o mundial. La mayoría de los arquitectos se hacen famosos de manera gradual al realizar trabajos que finalmente son reconocidos por su excelencia.
Para algunos arquitectos la fama y el reconocimiento se dan a través de la publicidad y la publicación de lo que hacen, dicen, o escriben. Esto significa no solo proyectos y diseños de construcción sino también ganar premios por proyectos y conseguir que aparezcan en revistas y periódicos.

Inmortalidad
Que mejor manera de trascender de la vida biológica de uno a través de la creación de estructuras potencialmente eternas y permanentes que, incluso en su calidad de futuras ruinas, podrían contar a futuros arqueólogos, historiadores y herederos de la cultura la historia de quienes fuimos y lo que hicimos. Los arquitectos pueden dejar atrás arquitectura como monumentos así mismos.
Contribución a la cultura
La historia de la arquitectura y la historia de la civilización son inseparables. A través del diseño y la construcción, los arquitectos saben que pueden estar haciendo una contribución directa al inventario cultural de ideas y monumentos, sin importar lo insignificante que sea.
Pensemos en el pasado y evoquemos imágenes de culturas y civilizaciones en orden cronológico. Inmediatamente nos viene a la memoria la arquitectura: las pirámides de Egipto, los templos griegos y romanos, las catedrales, entre otros. Por desgracia, no todas las obras arquitectónicas ofrecen oportunidades para el enriquecimiento cultural.

Ayudar y enseñar a otros
El deseo de ayudar o enseñar a otras personas puede ser muy intenso, y ya que la arquitectura puede se de utilidad publica y a la vez servir como arte, los arquitectos pueden satisfacer con facilidad este deseo. En ocasiones los arquitectos crean ambientes que influyen de verdad en la vida de las personas en una forma positiva, quizá mejorando su nivel de vida, su comportamiento, su sensación de bienestar y seguridad o sus actitudes. Enseñar es dar, y aun cuando no siempre este bien recompensado en el plano financiero, ofrece a los arquitectos oportunidades de enriquecimiento no monetario duradero.

Las recompensas de la creatividad y la realización intelectual
Para los arquitectos, el matrimonio del intelecto y la emoción se manifiesta en el impulsó por ser creativo: pensar, sentir, hacer y materializar. A los buenos arquitectos los domina la voluntad ya pasión por ser arquitectos y por la gratificación intelectual y emocional que la creatividad puede proporcionar.
Para el arquitecto, la creación de edificaciones ofrece innumerables momentos de regocijo. Crear algo hermoso y con la composición estética apropiada – una obra de arte - es la meta prioritaria de muchos arquitectos. La mente creativa se complace en hacer cosas que funcionen, sean edificios, maquinas o juguetes. Una vez asumido este reto, la pasión del diseño tan solo se equipara con la excitación de la realización.

Gusto por el dibujo
Para muchos arquitectos, el dibujo representa un uso del tiempo en extremo satisfactorio y estimulante. El dibujo puede amarse. Puede ser terapéutico, ya que exige gran concentración y olvidarse de todas las demás distracciones o preocupaciones. Es personal, ya que no hay dos personas que dibujen exactamente igual. Dibujar formas arquitectónicas: edificaciones, espacios en construcciones, paisajes, espacios urbanos o mobiliario, debe ser  tan natural para un arquitecto como leer o escribir.


Obediencia a los dictados de la personalidad
En el mundo real fuera del salón de clases, las características personales – digamos la personalidad – pueden tener una influencia mayor sobre la vida de una persona que todas las habilidades, talentos y conocimientos intelectuales que posea. La mayoría de los buenos arquitectos tienes cierta personalidad:  confianza en si mismo y fortaleza del ego, ambición, dedicación y perseverancia, temple, sociabilidad, empatía, encanto personal y porte, liderazgo, valor y pasión.


Libertad para desarrollar lo que uno es
Muchos arquitectos viven en concordancia con su imagen, demostrando sus tendencial por la forma en la que se visten, hablan y trabajan o por sus convicciones. Se esfuerzan por ser individualistas y no conformistas, si no es que radicales. Hay una especie de satisfacción del ego y una sensación de ser excepcional que nace de ser único y diferente, de sobresalir, de ser notado y recordado. Pocas carreras ofrecen este rango de elección sobre la forma de comportarse y de ejercer.


¿Por qué no ser arquitecto?

La probabilidad de conseguirlo
Cualquier persona que considere  hacer carrera en la arquitectura deberá saber que, de acuerdo con datos estadísticos, las probabilidades de llegar a ser finalmente un arquitecto registrado (en los Estados Unidos) pueden ser menores del 50%.
Los estudiantes de esta carrera se quedan en el camino por varias razones, como el cambio de interés, la cantidad y dificultad del trabajo requerido o la perdida de motivación. Además no todos los que terminan la escuela con títulos profesionales acreditados se convertirán en arquitectos registrados y en ejercicio. Algunas mujeres graduadas en arquitectura suspenden su trabajo para tener familia, al encontrar difícil continuar su carrera en la arquitectura y educar niños al mismo tiempo. La deserción en la arquitectura es extraordinariamente elevada, y quienes logran abrirse paso y ejercer, a pesar de las probabilidades, enfrentan aun serios retos.

Falta de trabajo
De todas las dificultades que enfrentan los arquitectos, quizá la mas frustrante sea la alta periódica de trabajo. El empleo para despachos e individuos guarda una relación directa con las circunstancias económicas tanto locales como nacionales. La actividad en la construcción también disminuye, junto con el número de  contratos arquitectónicos. Por lo tanto, la cantidad global del trabajo para los arquitectos se encuentran de encuentra determinada la volátiles e impredecibles circunstancias de la economía.

 Competencia
Como si la incertidumbre económica no fuera suficiente, existe el problema de demasiados arquitectos detrás de muy pocos trabajos. La competencia en el campo de la arquitectura es incisiva e  interminable. Empieza en la escuela, se prolonga a los primeros años de búsqueda de trabajo y en el empleo, y continúa en el mercado del ejercicio profesional. Los arquitectos reciben desafíos de sus colegas en os formas: por su gran número, por su habilidad y disposición en muchos casos para montar efectivas y agresivas campañas para conseguir clientes.

Remuneración inadecuada
Nadie debería de elegir la carrera de la arquitectura con la idea de hacer mucho dinero. Se es arquitecto por muchas razones, pero para hacerse rico no. Dado el número de arquitectos y la competencia, la remuneración económica en esta carrera puede no ser la más elevada. La relación de oferta y demanda son el factor principal del problema: una cantidad muy limitada del trabajo para demasiados arquitectos. Los honorarios por trabajos arquitectónicos con frecuencia son muy bajos, fluyendo en corrientes impredecibles, justo como los proyectos.
  
Vulnerabilidad del ego: perdido entre la multitud
El grado de involucramiento del ego en la arquitectura es levado, para la mayoría de los arquitectos, el éxito significa, entre otras cosas, alcanzar cierta posición y reputación profesional, si no es que la fama.
Si uno visitara un despacho donde trabajan más de cincuenta arquitectos, muchos de ellos se describirían como arquitectos no realizados, subapreciados, subpagados y sobre trabajados, con una cantidad enorme de talento y poca suerte.

Los riesgos de la envidia
Una especie de estrellato o distinción, parecen ser aspiraciones en la arquitectura – y su ausencia implica que el trabajo de uno es incompetente, falto de interés, anticuado, o bien indigno de ser notado. Por lo tanto, existe una presión ineludible que motiva a los arquitectos pero que también puede producir en ellos sentimientos de celos y envidia.

Falta de poder e influencia
Se puede aspirar  a ganar reconocimiento publico, distinción, poder e influencia, deseando ser respetados y admirados por un  grupo ajeno al de sus propios colegas y clientes. Buscan contarse entre los promotores y animadores de su comunidad, ser consultados sobre cuestiones fuera del reino de la arquitectura. Quizá si son invitados a servir en juntas o comisiones importantes, puedan ayudar a conformar l apolítica pública. Si una persona muestra esta inclinación, entonces tal vez esta carrera no sea para ella.

Ansiedad, desengaño y depresión
La depresión relacionada con el ejercicio profesional por lo general es causada por el fracaso o la expectativa del fracaso. La falta o perdida del trabajo, los reveces financieros, el reconocimiento inadecuado o las criticas adversas pueden ser la causa. Esto sugiere que para ser un arquitecto feliz, debe poseerse fortaleza emocional.

Obstáculos personales
La arquitectura demanda asumir riesgos. Demanda una gran inversión de tiempo, esfuerzo y energía emocional y física para alcanzar cualquier cosa que valga la pena. Para poder aprovechar las oportunidades que se presentan o perseguir metas no convencionales, se requiere tanto recursos personales como liberarse en cierta medida de los obstáculos o trabas personales.


Falta de talento
Algunas personas fracasan por carecer de talento. O no alcanzan todas sus metas por que no cuentan con los recursos esenciales para hacerlo. Los aspirantes a arquitectura deberían considerar esta posibilidad. Si falta alguno de los atributos intelectuales, económicos y personales que se mencionan en el capitulo anterior, la arquitectura puede ser una empresa cuesta arriba, incluso para las personas mas inteligentes.

Falta de pasión y dedicación
También indispensables para alcanzar el éxito en la arquitectura son los niveles muchas veces extraordinarios de pasión, dedicación y esfuerzo. Sin ellos, el arquitecto en ciernes o en ejercicio con toda seguridad enfrentara el rechazo y fracaso. Puesto que la arquitectura es tan demandante de tiempo y energía, la falta de disposición para trabajar duro y para aceptar con frecuencia recompensas mínimas, es una razón de peso para no ser arquitecto.

Riesgos legales y financieros
El principal riesgo legal, la negligencia profesional, puede ocasionar que os clientes u otras personas sufran daños monetarios. En general, los arquitectos so llevados a juicios por demandantes que piensan que el arquitecto cometió un error que derivo en perjuicios o perdidas financieras para ellos.




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